jueves, 19 de abril de 2012

CAPITULO 1 (Parte 1)

El sol comenzaba a despuntar por el horizonte y deslizaba sus delicados rayos de luz por una grieta de la ventana. Alcé mi mano y dejé que los rayos la iluminaran levemente. La luz me brindó una calidez agradable y tranquila, y creó delicadas sombras en mi piel... Sonreí y respiré hondo. Un agradable olor a pan recién hecho llenó todos mis sentidos. Caí rendido de nuevo sobre las sábanas, dejándome eclipsar por aquel agradable olor. Sabía que ya era muy tarde, pues la luz del sol se filtraba e iluminaba levemente mi habitación, pero no pareció preocuparme. Pasaban los minutos y no conseguí dormirme de nuevo. Debería levantarme ya... Pero, ¿por qué mi padre no me habrá llamado hoy? Hay que preparar pan, pasteles, galletas... Y pronto comenzarán a venir los clientes a la panadería y... Oh, claro. Lo había olvidado... Hoy no vendrá nadie. Hoy es el día de la cosecha...
Ese fatídico y horrible día en el que son seleccionados un chico y una chica de cada Distrito para convertirse en los tributos que participarán en los Juegos del Hambre. Unos juegos creados por el Capitolio, la ciudad que nos gobierna, o mejor dicho, que nos mantiene sometidos a todos. Tantas vidas perdidas por su culpa en aquel horrible espectáculo de lucha a muerte... Muchos de sus rostros aun siguen en mi memoria, agonizantes o con la locura de la muerte en sus ojos. Y lo peor no es saber que uno de tu amigos, hermanos, vecinos, primos... puede ser seleccionado. Sino la brutalidad de tener que verlo por obligación. Pues los Juegos del Hambre no solo son una lucha que demuestra el poder del Capitolio sobre los 12 Distritos, sino que es grabado y televisado para que los habitantes en la ciudad lo vean y se diviertan. Es tan horroroso, tan triste...
Me levanté de un salto y abrí la ventana con fuerza. Tal vez la luz del día pudiera sumir en la oscuridad aquellos recuerdos... Entrecerré los ojos hasta que estos se acostumbraron, y observé la plaza. Era bastante grande, para dar cabida a muchas personas, aunque no a todos los habitantes de este distrito, el 12. Aún no era muy temprano, pero sabía que a medida que avanzara la mañana se iría llenando de gente y cámaras. Porque incluso la elección de los tributos debía ser grabada y emitida. Un chico y una chica de entre 12 y 18 años irían a la muerte o a la gloria este año. Y eso me incluye a mí, que tengo 16. Aunque eso no me preocupa. Bueno, si.  No quiero morir ni verme obligado a matar a nadie. Pero mi preocupación es mayor por otra persona. Sin poder evitarlo, el recuerdo de sus ojos grises acudió a mi mente...

4 comentarios:

  1. Sigue escribiendo por favor, sólo por bien que escribes y la imaginación que tienes merece la pena seguir leyendo.

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  2. Ya te lo he dicho, pero te lo repetiré. Me encanta y quiero (te imploro) que siguas escribiendo. Por favor, y espero que vayas continuando, que yo quiero seguir leyendo :)

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  3. Aaaaaaaaaaaah Peeta :))
    Muy buena idea con este blog, todos quisimos saber en un momento u otro cómo se sentía Peeta

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