martes, 24 de abril de 2012

Mi relato: ''ECOS DEL PASADO''


Mis pasos eran lentos, indecisos. Me hubiera gustado pararme a observar cada obra con mayor detenimiento. Esculturas maravillosas, pinturas magníficas, fotografías espléndidas… Todas pasaban ante mis ojos sin que éstos pudieran dedicarles el tiempo necesario que tales obras  merecían. El Museo de Orsay era un lugar enorme y bello, donde el arte podía verse en cada pequeño rincón al que dedicaras tu mirada. El mismo edificio constituía en sí una obra de arte. De altos techos acristalados, por los que se filtraban delicados y juguetones rayos de sol y decoradas paredes con grandes blasones de diversos tamaños que se asemejaban a un inmenso campo en flor... Tal vez únicamente el gran reloj expuesto en la pared principal te hacía recordar que anteriormente este museo había sido una estación de trenes. Me imaginé recorriendo a toda velocidad este lugar en uno de aquellos viejos transportes, empapándome del inmenso aroma artístico del que estaba impregnado el aire…
Pero mi dulce fantasía no duró mucho. Tuve que detenerme al darme cuenta de que lo había perdido de vista. Corrí durante varios minutos por los inmensos pasillos blancos, procurando no chocarme con nadie, mientras buscaba su delgada figura entre la multitud. No respiré tranquila hasta que vi una melena rubia y revuelta a lo lejos. Intenté calmar los alocados latidos de mi corazón y volver a respirar con tranquilidad. Allí estaba. Era un muchacho alto, que se movía con suma gracilidad esquivando a la gente. Tenía la cabeza gacha, lo que no permitía ver con claridad su rostro de expresión afable y rasgos finos. Sus pasos eran largos, y no miraba ni un solo cuadro de los que le rodeaban.
En ese momento, se detuvo repentinamente. Alzó la cabeza y cogiendo aire lentamente, comenzó a habar. Ni tan siquiera le había dirigido una breve mirada al cuadro que había elegido, cuando comenzó a describirlo con las más bellas palabras jamás imaginadas. Su voz llegó poco a poco a todas las personas de su alrededor, que asombradas ante su mágica retahíla, detenían su paso para escucharle. Y así, poco a poco, un corro de deslumbrados oyentes se formó a su alrededor.
Intenté no dejarme sorprender por este hecho, siempre era igual. Llevaba tiempo siguiendo a este joven, y soy conocedora de sus habilidades. Por ello, aguardé a que terminara de hablar. Pero el tiempo pasaba muy lento. Las agujas del enorme reloj parecían no querer avanzar. Era como si el tiempo también quisiera detenerse para intentar oírle…
Yo nunca me había atrevido a escucharle. Tal vez por miedo a caer en su embrujo, o tal vez porque no quería formar parte de ese gentío que le escuchaba con los ojos desorbitados. Pero por una vez, la curiosidad resultó vencedora, y me acerqué hasta la última fila de gente. La voz fue llegando poco a poco hasta mí… Hablaba sobre el cuadro que tenía tras él. Sobre su historia, sobre lo que representaba. No me hizo falta observar la obra para saber como era, sus palabras me permitían verlo en mi mente. Sus frases formaban parte de la historia del mundo, de una historia de la que únicamente él era conocedor. 
 
El tiempo pasó muy rápido bajo el amparo de su voz, y cuando su último sonido se extinguió, todo quedo sumido en un silencio vacío. Mis mejillas estaban húmedas por las lágrimas que habían surgido de mis ojos al escuchar tan bella composición…
Era la primera vez que le escuchaba. Le había seguido por varios museos de París, pero en ninguno de ellos el miedo se había dejado aplacar por la curiosidad para poder acercarme a él. Pero el haberle escuchado no había disipado mis dudas acerca de su don, tan solo las había acrecentado. ¿Cómo lograba ser escuchado? ¿De dónde sacaba tan bellas palabras?
Su figura ya comenzaba a desaparecer entre la lejanía cuando salí de mi sopor y corrí tras él. Hoy no me iba a permitir perderlo. Hablaría con él, y con sus delicados versos me daría mi tan anhelada respuesta.
Andaba muy rápido, como si quisiera desaparecer. Pero con un gran esfuerzo, logré alcanzarlo en el exterior, fuera de la galería.
− ¡Espera! ¡Para un momento, por favor!
Se detuvo, pero no dignó a volverse hacia mí.
− ¿Qué quieres?
Me quedé sin respiración, boquiabierta. No podía ser él, no podía ser la misma persona. Su voz había sonado fría e incluso inhumana, sin el más mínimo rastro de emoción… Me quedé un largo minuto sin saber que decir, desconcertada. Pero ya había tomado la determinación de acercarme hasta él, no podía echarme atrás ahora.
−Solo quiero hacerte una pregunta, nada más…
−Pues se breve. Llevo prisa.
Allí estaba otra vez ese modo de hablar sin sentimiento. ¿Qué había sido del chico del museo? ¿Tal vez estaba ocultó tras la pared de hielo de aquella voz?
−No te entretendré… Solo quería saber... ¿Porqué acudes todas las tardes al museo? ¿Cómo consigues decir cosas tan bellas?
Entonces se giró hacía mí, y solo pude ver odio en sus ojos. Su penetrante mirada me dejó temblando, pero sus palabras fueron peores.
−No tengo tiempo para estas estupideces. Así que déjame en paz…
Después continúo caminando, y las brumas de la calle se lo tragaron. Ni siquiera intenté seguirle…

Pasé varios días sin regresar al museo. Con su colérica marcha se había llevado todas mis emociones y mis energías. Lo único que hacía era estar tumbada en la cama de mi hotel, preguntándome continuamente por qué no podía levantarme. ¿Por qué sus palabras me habían afectado tanto?… Pero esas eran solo varias incógnitas más a la larga lista que tenía su persona…
Cuando por fin logré despertar de ese periodo de agotamiento e impotencia, me obligué a mi misma a regresar. Era un día especialmente triste. El cielo gris, encapotado tras unos densos nubarrones, no dejaba pasar ni un pequeño rastro de la calidez del sol.
Cuando llegué a las puertas del museo, comenzó a llover. Me resguardé en la entrada y empujé las puertas para pasar al interior. Pero estas no se movieron. Continúe intentando abrir la entrada, cuando noté una presencia a mi espalda.
−No vas a lograr abrir. El museo hoy está cerrado, es día festivo.
Reconocí aquel tono de voz con demasiada claridad. Seguía sin albergar emoción, pero al menos no me mostraba desprecio. De todas formas, aun recordaba lo que me había dicho unos días antes, así que no me giré hacia él.
−Llevo paraguas…
Poco a poco, su tono era más suave y dulce, y decidí al menos sostenerle la mirada. Pero para mi sorpresa, no había odio en sus ojos, solo pude ver una gran sonrisa en su rostro.
−Vamos, te acompañaré hasta tu hotel…
Caminamos durante varios minutos, y en todo el trayecto, él no dejó de hablar. Si soy sincera, no recuerdo de qué. Solo sé que de vez en cuando su voz dejaba ver el tono armonioso que utilizaba en el museo. Y me di cuenta de que no eran imaginaciones mías. De que en su voz había un secreto, por muy loca y estúpida que él me hiciera parecer, yo sabía que ocultaba algo.
Y él no quería que yo lo supiera…
Finalmente llegamos al hotel.
−Adiós, y procura cogerte un paraguas la próxima vez.
Seguía sonriendo, pero mi mente no se dejó engañar. Ocultaba algo, y ni siquiera su más sincera sonrisa me haría cambiar de opinión.
−Sé que me ocultas algo. –dije con voz dura y acusadora.
Vi un rastro de miedo en sus ojos antes de que se girara, y con pasos rápidos, desapareciera en las calles de la ciudad. Ahora no había logrado engañarme… Tenía un secreto. Un secreto por el cual acudía cada tarde al museo a maravillar a la gente con su voz y sus historias…

Al día siguiente acudí pronto al museo. Era un día soleado, completamente opuesto a la tarde de ayer. El sol hacía brillar el asfalto mojado, y la ciudad parecía haber renacido. Una felicidad embriagaba mi alma y mis sentidos, y por ello, sin darme apenas cuenta, llegue hasta él.
Acababa de comenzar su relato, y sin miedo, me deje llevar por su armoniosa voz. Esta vez recibí de lleno su mágico influjo, y sus palabras me guiaron hasta lugares de ensueño y momentos mágicos. Mi alma se llenó con su dulce voz y no le dejó espacio a nada más… Cuando terminó de hablar, mi rostro sonriente le buscó. Aun no había salido del edificio.
Le alcancé, e iba a rogarle que parara, pero no hizo falta. Él se detuvo. Esta vez sí que se volvió y me miró a los ojos. Me sorprendió su mirada. No albergaba odio, ni tampoco felicidad. Únicamente sabiduría, y algo que no logré descifrar…
−Eres maravilloso…
Aun me encontraba bajo los efectos de sus versos, de sus relatos… No podía parar de sonreír, de rememorar los momentos tan bellos que él había narrado. Pero su mirada se agravó. Me miró serio y preocupado.
−No tienes ni idea… ¡No me conoces! Así que no me digas esas cosas…
Por primera vez lo encontré perdido, fuera de lugar…
−Claro que sí. Tu voz es mágica, y consigue atrapar a todo aquel que la escucha…
−Deja de hablar como si yo fuera alguien impresionante…
−Lo eres.
− ¿En serio? Una vez me preguntaste porque acudía a museos a hablar cada tarde. ¿Quieres saberlo?
No contesté. A partir de este momento comencé a intuir que tal vez la resolución al misterio no fuera tan agradable como imaginaba… Pero él continúo.
−Yo estoy condenado. Soy un ‘’eco del pasado’’ que no ha podido desaparecer… Y que tal vez no lo logre nunca. No estoy vivo, pero tampoco puedo hallar la muerte. Mi destino es vagar por este mundo, y mi único placer deleitar al mundo con las historias de un pasado que he vivido y me esfuerzo en no olvidar… Tú no lo comprendes. No soy maravilloso. Solo soy un fantasma…
Sus palabras me pillaron por sorpresa. Su rostro se contrajo  por la pena y el dolor, y las lágrimas comenzaron a caer por su rostro. Iba a acercarme a él, quería consolarle… Pero su cuerpo se fundió con las brumas que comenzaron a formarse, y simplemente, desapareció.
Me quede sola en aquel callejón, llorando por la pena de un fantasma…

Había pasado ya un mes desde aquel día. Un mes en el que ni tan siquiera había tenido valor para acercarme de nuevo al museo… Pero nunca me habían gustado los finales tristes, y no podía permitir que nuestra historia tuviera este final tan doloroso. Por ello, hoy estoy yendo de nuevo en el Museo de Orsay…
Cuando entre por la enorme entrada de la galería, el reluciente blanco del interior me dio la bienvenida. Y en mi camino, las obras de arte me parecieron viejas amigas que me saludaban tras una larga separación.
Mi instinto me guio hasta él, que se encontraba sentado en el suelo, apoyado en una pared. Tenía la cabeza hundida, y una gran pena parecía afligirlo.
Me senté a su lado y el alzó la vista. En ese momento, yo era la persona más feliz de la tierra. En cambio su rostro mostraba desconcierto e incredulidad.
−Creía que jamás volvería a verte…−me susurró− ¿Es que no me temes?
−No. Nunca me han asustado los fantasmas… Me asusta más perder a un amigo.
− ¿Por qué has venido?
−Porque eres una persona muy importante para mí... Todas las historias tienen siempre un final feliz. Si no eres feliz, entonces no es el final… Por eso he venido. Para buscar mi felicidad y la tuya, y que juntos hallemos un bonito final para nuestra historia…
Entonces cogí suavemente su mano, y juntos nos encaminamos a la búsqueda de una felicidad que ya era nuestra y que tan solo debíamos encontrar…

12 comentarios:

  1. Dios! Si estuviera delante tuya me levantaría aplaudirte! BRAVO! ME A ENCANTADO!

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  2. Esto... Vaya, no sé ni qué decir. De verdad, me ha dejado con la boca abierta. Retiro lo dicho, yo no escribo bien, TÚ sí escribes bien. Comparado con esto mis escritos no llegan a casi nada. Y de verdad, no es por hacer la pelota, es realmente lo que pienso.

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    1. Venga ya! jaja Tampoco es para tanto. Me alegro mucho de que te haya gustado, de verdad! Te lo agradezco de corazon! :')

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    2. Sí es para tanto :) Si ahora que tienes, ¿cuántos años? ¿14, 15? Escribes así dentro de menos de tres años podrías hasta publicar (o antes). En serio, yo seguiré escribiendo, como siempre, pero sólo si tú también, ¿eh? :DDD

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  3. Si os digo la verdad, yo quiero ser escritora :3 ES MI SUEÑO! ^^

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  4. Madre mía.... En serio, si te gusta y viendo como lo haces, dedicate a esto, por que es tremendo!!!! Me has dejado con la piel de gallina, chica, eres genial!!! :)

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  5. ¡Sí, hazte escritora! Me atrevo a decir que, si escribieras una novela ahora, publicabas fijo. Lo digo de verdad. Y cuando seas famosa yo podré decir que te llevo leyendo desde el mismísimo principio :DDD

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  6. Ajaja, todas estas tienen razón. Tienes el don, y eso no lo digo muy a menudo eeh. Llegarás lejos, en serio. Tienes imaginación y sabes hacer sentirlo, sabes hacer que sintamos que estamos en la historia. Eres muy buena, sí :)

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  7. Sin palabras. A mí me encanta escribir y mi sueño de ser escritora lo mantengo como meta desde los 4 años. Pero tú... ¡ESCRIBE Y TERMINA ESA NOVELACA QUE DICES QUE ESTÁS HACIENDO! Yo no pararé de leerte y comprarte (a tus libros, me refiero).

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